Responsabilidad empresarial

Diario Expreso

No hay libertad sin responsabilidad. Este es un valor auténtico y un principio medular en la sociedad civil y en el Estado de derecho. Es más, la “economía de mercado”, denostada por unos, pero utilizada y aprovechada por todos, incluso por sus adversarios y, de manera particular, por empresarios mercantilistas (“empresaurios, afines a los monopolios u oligopolios, que evaden las leyes de la competencia), no puede existir sin transparencia plena de este valor.

La libertad y acción empresarial sólo son auténticas y posibles si el empresario es responsable. Es decir, si responde por los resultados de su negocio y asume, a plenitud, su “costo de oportunidad”. La libertad en los negocios siempre significa responsabilidad y riesgo.

Que un empresario pretenda sólo ganar, sólo vender, sólo lucrar y hacer caso omiso del reclamo o inconformidad del consumidor, atenta contra la buena fe, credibilidad y confianza, fundamentales en la vida social. “El cliente siempre tiene la razón”, es un axioma en los negocios.

Los monopolios (uno solo) u oligopolios (varios) son privilegios que generan carestía y escasez. Imponen sus precios, estimulan y habilitan fraudes y desarrollan prácticas de competencia desleal. Los negocios no son sólo para lograr beneficios. Toda empresa, individual o colectiva, nacional o multinacional debe responder por los resultados y asumir los riesgos y perjuicios que ello implica.

Decir que “están fuera de su alcance las acciones de individuos con malas intenciones y que Porta por ello no responde por las pérdidas sufridas por sus clientes en caso de ser víctimas de una estafa” revela que carecen de la tecnología de punta que brinda amplia cobertura contra quienes usan sus productos para causar perjuicios al usuario. De ninguna manera una empresa que, incluso, vende gigantescos volúmenes de tarjetas de prepago telefónico, puede evadir su responsabilidad para con los consumidores alegando que realiza “esfuerzos” y “advertencias” con la leyenda “No entregues a nadie tu código secreto”.

Es pueril decir: “Le recordamos que no debe entregar los códigos secretos de su tarjeta prepago amigo, ya que Porta no realiza ninguna promoción en la que solicite a los clientes entregar dichos códigos. “No entregues a nadie” el código secreto de tu Recarga o Tarjeta Prepago Amigo”.

Vale una observación, entre paréntesis. En lógica elemental: dos negaciones implican una afirmación. Al decir “no entregues a nadie” tu código secreto, están diciendo, en lógica pura, lo contrario. Pero esto, es falta de cultura.

El pretender que los usuarios llamen a un asterisco (*) de ninguna manera los releva de su “responsabilidad compartida”. Bajo aquella óptica, si son cientos de miles los estafados, son también cientos de miles los ingresos logrados por la operadora, con la ayuda evidente (¿corrupción?) de los estafadores que les aumentan sus ventas en tarjetas prepago con el dinero de los usuarios perjudicados y que va directo a la caja del emisor.

La máxima de todo negocio es “costo/beneficio”. Y, en el cálculo de las probabilidades derivado de la acción humana, el argumento de “yo no fui”, es negligencia, torpeza, mala fe o estafa. En todos los países de América, Europa y Asia si el cliente está inconforme con el equipo de sonido, TV, electrodoméstico, lo devuelve y le reembolsan el precio pagado. No es ético que el directo beneficiario del dinero del cliente arguya que el dinero gastado en la carne envenenada deba perderlo y no pueda reclamar, ni por el muerto, al supermercado.

Es indigno, innoble, despreciable perjudicar al usuario. Esto no es libertad ni responsabilidad empresarial. Es libertinaje. Así la sociedad nada recibe y, lo poco que dan, es escaso, malo y oneroso.

Un comentario sobre "Responsabilidad empresarial"

  1. Discrepo con el autor, no por defender a Porta pero personalmente conozco de cerca el negocio celular y las estafas están a la orden del día. La mayoría son aprovechando la ingenuidad de los clientes por parte de personas ajenas a la operadora.
    En estos casos se debe aplicar el «caveat emptor» en otras palabras a riesgo del comprador. El comprador debe verificar la información osea ponerse las pilas.

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