Cronologia y evaluación de la asonada del 30 de Septiembre.

Call of duty.  
Como ya han de saber y es de conocimiento público las fuerzas de la policía ayer se sublevaron y trataron de iniciar una huelga para reclamar por la aprobación de la nueva ley de servicio civil que les quitaba beneficios y prebendas a la policía.  Sin embargo la policía seguramente esperando una reacción popular lo hace ante la amenaza reciente del Presidente de convocar al nuevo mecanismo de la constitución de Montecristi.  Este nuevo mecanismo denominado la muerte cruzada le da al Presidente la facultad de disolver el congreso por una sola vez en los primeros 3 años de su mandato, gobernar por decreto hasta que el tribunal electoral convoque a elecciones tanto del presidente como del congreso.  

La reacción inicial fue positiva y parece que había apoyo tanto de la tropa y de los generales de la policía como de la tropa del ejercito.  No hubo protección policial en las ciudades durante todo el día y hubieron saqueos y actos delincuenciales aprovechándose de la situación.  Correa estúpidamente en la mañana fue al cuartel de la policía dizque a negociar directamente con los sublevados pero fue abucheado y pifieado por los uniformados.   Este en un acto teatresco propio de un sociopata se abrió la camisa y comenzó a gritar enfurecido que lo mataran ahi mismo si eran tan valientes.  No pasó pero ahí el se retiro y al salir parece que la policia hecho gases lacrimogenos y lo fueron golpeando (nada serio) a lo que iba saliendo.  Pidio helicoptero y no lo dejaron aterrizar y lo tuvieron los de su guardia de seguridad que internar en el hospital de la policia que quedaba al frente del cuartel mientras los policías amotinados rodearon el edificio de donde no lo dejaron salir en todo el día.  

Mientras tanto en el resto del país había levantamientos a favor y en contra de diversos grupos, sociales, policiales y empresariales.  Guayaquil fue saqueado en algunos puntos de la ciudad, bancos se cerraron y las actividades se paralizaron por completo.   

Durante la tarde los ánimos bajaron un poco pues parecía que el gobierno logró retomar el control, los canales de TV y las radios dejaron de transmitir lo que pasaba y fueron forzados a pasar solo lo que salía en la radio oficial.   Solo a través de Twitter, cadenas de television colombianas (CNN transmitía solo el canal estatal), y lo poco que ponían los medios se supo mas o menos lo que pasaba.  El canal estatal lo único que mostraba eran manifestaciones a favor del gobierno y gente llorando pidiendo por la libertad de su presidente.  Reportes independientes, mediante twitter, y Facebook decían otra cosa.  

Como a las 6 de la tarde después que supuestamente fracasaron las conversaciones con los policías sublevados Correa, comenzó a hablar en la televisión estatal arengando a su gente que el no iba a negociar.  En determinado momento se escuchaba ruido y dijo que lo que le pasara era culpa directa de la policía, de la oposición, de Lucio Gutierrez, que estaban orquestandole un golpe de estado.  Es importante aclarar que en este punto con excepción de ciertos grupos, extremos todos los medios, grupos empresariales, mas bien estaban por la democracia, por una salida negociada y que nadie apoyaba un golpe de Estado.  Nebot salió a decir en CNN que el apoyaba la democracia, pero que el único culpable de esto era el mismo Presidente que con su discurso de barricada y sus acciones había incitado esta violencia.   En determinado momento Correa tuvo que cortar sus declaraciones porque parecía que la policia se quería meter en la habitación donde estaba atrincherado.  Paralelamente en las instalaciones del canal estatal un grupo de chicos se metieron al estudio rompiendo puertas y vidrios y se sentaron con los presentadores, que exigían respeto por su labor de periodismo independiente (como que si hubiera siendo parte del gobierno), y los chicos que reclamaban que estaban hartos de que solo se pasara la versión oficial del gobierno y que se permitiera a los canales independientes hablar.  Ellos dijeron no estar en contra de Correa, lo acusaron eso si de aupar la violencia y pedían una salida negociada y constitucional a esta crisis.

Cuando el segundo chico empezó a hablar, pues cortaron la señal y parece que el gobierno logró sacarlos y retomar la señal donde lo único que se oía eran personas llorando y clamando por la vida de su amado Presidente.  La censura fue total ayer.  

Como a las 9 de la noche el canal estatal tuvo que cortar la señal y dejar que los canales privados transmitan normalmente.  Se especulaba que habían negociado los canales privados pero creo yo que era porque había mala reacción de parte de la población de escuchar solo lo que decía la versión oficial.  A la media hora o un poco más de transmitir normalmente Ecuavisa, y Teleamazonas que empezó a transmitir justo en esos instantes empezó un operativo de rescate por parte de las fuerzas armadas y grupos de la policía leales al presidente.  Hubo una batalla campal con muchísima bala (decían que era de goma), pero los amotinados tenían balas verdaderas.  El ruido era ensordecedor de lo que se podía ver, con bengalas, gases lacrimógenos, y ruido de ametralladora.  En algún momento parecía que estaba viendo una pelicula de acción como Die Hard, o reportes como los de la guerra de Irak.  Hubo un momento muy dramático en que el camarografo de Ecuavisa recibe un disparo en la pierna y se ve como la cámara cae con el mientras hablando el presentador de televisión le pide que no se exponga innecesariamente pero que si puede que siga transmitiendo.  Pasada la conmoción inicial el camarógrafo continua mientras narra (él o el reportero) lo que ocurre.  A ratos parecía que iba a explotar un bomba, y después de metralla sin parar lograron meter el blindado del presidente, y otros carros mas, y logran sacarlo.   En el momento que sale un policía protegiendo al presidente o de los policias sublevados no quedó claro recibe un disparo y es ejecutado en frente de las cámaras de televisión.  Triste final que se pudo haber evitado si el presidente hubiera renunciado para evitar la violencia, como lo han hecho otros presidentes anteriores.

Aproximadamente 15 minutos mas tarde aparece el Presidente ante un multitud concentrada afuera del palacio desde horas de la tarde, en la plaza de la independencia afuera de Carondelet, donde extrañamente, estaba todo listo para un recibimiento apoteósico, con parlantes.  Correa se lo veía bien vestido y hasta muy bien peinado como que si no hubiera pasado nada.  En el se manda un discurso de barricada donde promete no perdonar ni olvidar, proseguir hasta la victoria siempre y nada conciliador después de lo ocurrido.  

Estimados amigos, esto fue más o menos lo que paso ayer, me parece que hay dos teorías que se pueden sacar de esto.  La primera es que esto fue un evento manejado de manera maestra por Rafael Correa (como hasta ahora lo ha hecho) y que lo fortalece una vez más.  Un genio de la política que superara a Velasco Ibarra y que tiene más poder y control que Febres Cordero.  Lamentablemente fallaron los intentos policiales y no tuvieron mayor acogida en los grupos de la oposición y el gobierno pues est
á en lo correcto que tienen inmenso apoyo popular. La oposición no estaba informada y no tuvieron el valor de unirse y Correa manejó de manera maestra para hacer que ellos sean los culpables y lo de la policía fue un hecho aislado o de pocos que les faltó talento político. 

Lo segundo es que aqui hay burra amarrada como dicen en Ecuador, y todo fue un teatro orquestado por el gobierno para ganar popularidad en momentos en que no lo tenían para llamar a muerte cruzada.  Y que como algunos sospechan pasó en Venezuela, orquestado por el mismo gobierno para lograr ventaja y ver quienes eran los que sacaban la mano y tiraban piedras. 

Saquen sus conclusiones.  Lo que se viene a mi criterio será un aceleramiento de la robolución ciudadana del socialismo del siglo XXI.  A menos que haya otra intentona como esta (que tampoco deseamos) y como quedó evidenciado ayer el gobierno no está dispuesto a cambiar de rumbo ni rectificar si no más bien a seguir adelante con el abuso y la persecución política a quienes no están alineados con ellos. 

Que quede claro no apoyamos los golpes, pero tampoco apoyamos la violencia y la chabacanería del Presidente.  Si el presidente no permite las opiniones contrarias, la violencia es lo que surge.  Si democracia es la tiranía de la mayoría entonces no soy democrata.  Ayer un amigo (un abrazo fraterno, y pongo la otra mejilla) me dijo que estaba hablando pendejadas en público por pedir la renuncia a Correa (via twitter y FB) para evitar la guerra civil y la pérdida inutil de vidas humanas.  Pues prefiero pendejo, a ser incitador de violencia, y jamás irresponsable.  Asi las cosas de la robolución ciudadana que enfrenta a amigos y a parientes, incluso con quienes discrepo, pero siempre he respetado en sus opiniones aunque no me parezcan.  Esa es la paz que nos brinda este gobierno o esta dictadura.  Con el respeto de los que creen que la isla de paz y la democracia existe aún.  Será que despues de 50 años nos dirá un decrépito Corrrea, que ni la revolución ciudadana funciona en Ecuador?

Manuel Ayau, el luchador por la libertad, el héroe, el abuelo


Romulo y Muso  
Estoy profundamente entristecido al conocer del fallecimiento de
Muso ocurrido el 03 de agosto. Conocí a Muso, amigo de mi padre, 19 años atrás en 1991. Yo había oído historias interesantes sobre él gracias a mis padres que visitaron Guatemala en 1985. A través de los años mi padre se mantuvo en contacto con él y aunque yo era demasiado joven para entender por qué Ayau era tan importante, empecé a leer mucho más sobre las ideas sobre el libre mercado y la libertad, especialmente historias que estaban escritas para niños. Recuerdo en especial la lectura de un libro ilustrado escrito por Muso "Como mejorar El Nivel de vida".  El libro puede que esté en el olvido, pues fue publicado a inicios de los ochenta, pero tuvo un impacto profundo en mí formación ya que me llevó a empezar a leer más y más sobre cuestiones tales como por qué las personas son pobres y cómo la economía y los mercados libres juegan un papel en el bienestar de un individuo.  El libro fue uno de los primeros en sembrar en mi cabeza la semillas que dieron inicio a mi trayectoria profesional enfocada en la promoción de la libertad.

A medida que fui creciendo aprendí más sobre la Universidad Francisco Marroquín (UFM) que Muso fundó y que me inspiró a querer estudiar en la universidad del autor de ese libro de dibujos animados que me había hecho olvidar mis sueños de estudiar ingeniería, que era algo mucho más natural para mí. Lo que yo quería era aprender acerca de la economía, de la mano de Muso en ese hermoso campus del cual había leído a través de publicaciones y folletos que mi padre recibía, publicados por una de sus previas iniciativas intelectuales el Centro de Estudios Económicos y Sociales (CEES).

Mis deseos se hicieron realidad en enero de 1991 a pesar de la consternada preocupación de mis amigos que creían que iba a Guatemala para estudiar como ser un guerrillero comunista. Llegué hacia el final de la guerra civil que plagaba Guatemala desde mediados de los 70, y donde era muy común los delitos violentos y los secuestros. Mis amigos poco sabían que yo iba allí, porque estaba totalmente convencido de que la mejor lucha contra los enemigos de la libertad era a través de la educación en los principios de una sociedad libre. Algunos de mis amigos estaban preocupados de que iba por la búsqueda idealista de principios, y no porque fuera la mejor universidad disponible. Tengo que admitir que en su momento yo mismo no estaba seguro de que la universidad no fuera mas que un campo de adoctrinamiento.   Sin embargo estas preocupaciones se disiparon rápidamente una vez que puse pie en el campus. Su reputación como una institución de educación superior estelar era y es rivalizado por pocos.  

Cuando conocí a Muso me sorprendió gratamente la actitud amable y cariñosa que él y su familia tuvieron hacia mi, y pase muchos fines de semana en su casa de Amatitlán. Muso era ingeniero de profesión, y sabía tanto sobre economía a pesar de no haberla estudiado formalmente. Muso compartía conmigo (cosa que aprendí a lo largo de los años) una fascinación por los aparatos electrónicos y una especie de habilidad natural para aprender a usarlos rápidamente.  De todos sus gigantescos logros este pequeño dato puede parecer sin importancia, pero para mi revelaba una actitud de desafío de las expectativas comunes y que era capaz de hacer cosas que los demás creían imposible. Este rasgo era mas que evidente cuando fundó el más antiguo de los grupos de difusión de las ideas de América Latina el CEES, años mas tarde una universidad en medio de un país atacado salvaje e impunemente por una de las guerras civiles más devastadoras en las Américas, y por si fuera poco tener una vida llena de éxitos empresariales y académicos. Su última hazaña fue cuando aprendió a pilotar helicópteros casi a los 80 años de edad.  Increíble … excepto para aquellos que lo conocieron personalmente.  

Para aquellos de nosotros que tuvimos la suerte de conocer al hombre, Muso tenía una mente profunda y talentosa. Era joven, no sólo en espíritu, sino también físicamente. Todavía recuerdo la primera vez que lo conocí. Él nos llevó en un viaje alrededor del lago de Amatitlán, donde vivía su familia. En ese momento llevaba puesta una faja alrededor de la cintura debido a que sufría de dolores lumbares. Al regresar a su casa me dijo que tratara de amarrar el barco en el muelle. Nunca he sido muy atlético, y a pesar de mi juventud tuve miedo de caer en el agua. Al ver que no era capaz de hacerlo, me dijo, "déjame que te enseñe." Saltó desde el barco hasta el muelle como un adolescente, y procedió a tirar del barco y lo amarró en el muelle. Huelga decir que todavía me siento avergonzado por el hecho de que un sexag
enario fuese capaz de enseñarme una lección de fortaleza física. Con los años, hasta que la última vez que lo vi en un coloquio del Liberty Fund, celebrado en Guatemala en noviembre de 2008, parecía ser más o menos el mismo – no muy distinto de las fotos de hace 19 años. Siempre con esa sonrisa divertida como un niño a punto de cometer una travesura, muy inteligente a pesar de comenzar a sufrir los efectos de la quimioterapia para frenar el cáncer, y a pesar de a veces olvidar el hilo de la conversación su mente siempre se mantuvo alerta e ingeniosa.

A lo largo de mis cinco años en Guatemala fui a la casa de Muso muchos fines de semana y tanto él como Olga siempre se quejaban conmigo y con mi padre de que no los visitaba con frecuencia.  Era un hogar lejos del hogar, fue un ambiente cálido y acogedor para un joven fuera de su país natal.  Por ello estoy eternamente agradecido. Muchas veces me sentí un poco tímido, como si estuviera abusando de la generosidad de los Ayau. En presencia de Muso sufría de un cierto temor reverencial pero el siempre fue muy abierto y hablando con él sentía que tenía que estar extremadamente concentrado todo el tiempo porque estaba hablando con un gigante de las ideas.  

Con los años maduré y comenzé a sentirme más cómodo, pero lamentablemente yo no vivía más en Guatemala.  Anhelaba tener algo de tiempo y sentarme con él y hablar cada vez que me enteraba de que Muso estaba asistiendo a uno de los eventos de Atlas o a los que yo asistía. Mejor aún si Muso estaba en compañía de su esposa Olga, cuando los veía siempre me sentí como si estuviera visitando a mis abuelos, me inundaba una cierta alegría como si estuviera viendo a mi familia después de mucho tiempo. A veces me sentí un poco celoso de mis hermanos que al igual que yo fueron acogidos como visitantes regulares en el hogar Ayau, pero con mayor frecuencia soltura que la que yo tuve. Peor aún a veces tenía celos de los demás, porque cuando lo veía en algún evento ya no podía hablar en ese ambiente familiar que tenía en un principio. Muso se había convertido en una especie de estrella de rock y mucha gente demandaba su atención cuando lo veía. La leyenda estaba alcanzando el pináculo de su vida y todo el mundo quería un pedazo de él. A pesar de todo cuando el me veía, se acercaba a mi si no lo había hecho y me preguntaba como estaba todo y me preguntan cómo estaban las cosas, sobre mi familia y lo importante que era para mí para bajar de peso (yo estaba mucho más delgado cuando lo conocí en Guatemala!) Le doy las gracias porque nunca fue crítico al hacer eso, pero lo hacía por una genuina preocupación hacia mi salud.

Reflexiono sobre esto y escribo estos recuerdos al azar, porque al enterarme de su muerte no podía poner en primera instancia unas palabras lo que sentía hacia el héroe de mi infancia, el héroe que me puso en el camino de la promoción de la libertad con un libro de dibujos animados, el amigo que abrió las puertas de su casa y de su familia a mí y a mi familia y que siempre se preocupó por mi futuro como un abuelo. Le doy las las gracias por el hecho de que estudié en la Universidad Francisco Marroquín, una universidad donde no solo fui a aprender sobre la libertad, sino que también es una institución que busca la excelencia educativa y que se centra en la búsqueda de la verdad y la independencia intelectual.

Le debo a él, el hecho de que hago lo que hago en Atlas donde estoy comprometido con la causa de la libertad. Hay mucha gente que estoy seguro será capaz de poner en mejores  palabras su larga vida de logros, pero en vez de eso he querido rendir homenaje al hombre, al héroe, al abuelo que era para mí. Sé que no estoy solo, Muso Ayau y su familia eran muy generosos con toda la gente que pasaba por sus vidas y muchos tendrán recuerdos similares. Muso podrá haber desaparecido, pero el espíritu y legado para aquellos de nosotros que intentamos ser parte de la enseñanza y promoción de la libertad seguro estará con nosotros para siempre.

LOS SUEÑOS NO SÓLO HAY QUE PENSARLOS, HAY QUE CONSTRUIRLOS

A continuación reproduzco el discurso del ex-presidente de Costa Rica dado en la Cámara de Comercio de Guayaquil:

LOS SUEÑOS NO SÓLO HAY QUE PENSARLOS, HAY QUE CONSTRUIRLOS 

Óscar Arias Sánchez

Guayaquil, Ecuador

121 Aniversario

Cámara de Comercio de Guayaquil

10 de junio de 2010 

Amigas y amigos: 

      Para cualquier habitante del mundo, Ecuador tiene un significado particular. Este país en el centro de la Tierra, este rincón en el vientre del planeta, nos recuerda las clases de Geografía que nos repetía la maestra de escuela. Dentro de las memorias primeras de cualquier ser humano, está aquella imagen de Ecuador en el cinturón del globo terráqueo, aquel punto que aprendimos a señalar con orgullo, cuando éramos chiquillos de pantalones cortos.

      Hoy visito aquella tierra que de niño señalaba en el mapa. Visito aquel país que era un retazo en la colcha del globo terráqueo. Vengo ante ustedes con pantalones largos, en el cuerpo y en el alma. Vengo ante ustedes cargando cuarenta años de lucha por América Latina. He visto muchas maravillas en nuestro subcontinente. He visto, también, dolores inconcebibles. Pero en todas las esquinas se repiten las notas de una misma tonada, las claves de un mismo código. Por eso confío en que mi mensaje, que es un mensaje costarricense, pueda ser entendido por este pueblo hermano.

      Me han pedido que les hable sobre la democracia y la libertad en Ecuador. Y he accedido porque comprendo que la democracia y la libertad no son idiosincráticas, no dependen del lugar en donde se las evoque. En Ecuador, en Suiza o en Indonesia, democracia quiere decir un núcleo básico de instituciones, derechos y deberes, que permiten la expansión de las libertades fundamentales de los individuos en una colectividad. Es un juego en el que cambian los jugadores, pero no cambian las reglas.

      Una de las grandes falacias políticas, en América Latina y en muchas otras partes del mundo, consiste en vender la idea de que cada lugar puede desarrollar una democracia específica o un sistema de libertades particular. Muy a menudo, esas justificaciones no son más que disfraces para ocultar una vocación opresiva o autoritaria. Para ponerlo en términos sencillos, muchos argumentan que el juego se juega diferente en todas partes, tan sólo para cometer fouls sin recibir tarjeta roja.

      Yo estoy plenamente convencido de que las reglas democráticas son universales, y que los países son más o menos democráticos, dependiendo de cuánto se acercan o cuánto se alejan de ese sistema que esbozaron los griegos, que perfeccionaron los estadounidenses, que sofisticaron los nórdicos y que hoy intentamos impulsar, con mayor o menor éxito, la mayoría de los países de la Tierra.

      Por eso no hace falta que hable de las características distintivas de Ecuador. Nadie conoce este país mejor que ustedes. En cambio, prefiero hablar de las amenazas que percibo para la democracia y la libertad en América Latina, que se repiten en muchos países de la región. Porque, a pesar de que abandonamos las dictaduras que marcaron con sangre la segunda mitad del siglo XX, es claro que todavía queda mucho camino por recorrer.

      Cuatro son las amenazas principales que percibo en nuestra región: la concentración del poder, supuestamente justificada por el respaldo electoral; el irrespeto a la ley y la debilidad del Estado de Derecho; la ineficiencia de nuestros aparatos estatales a la hora de brindar los frutos de la democracia; y la tentación militar que desde siempre ensombrece los más claros días de nuestra región.

      El poder democrático es un poder insalvablemente limitado. Por definición, un gobernante demócrata tiene oposición política, es controlado por los medios de comunicación, recibe críticas por parte de sus detractores, es supervisado por el Poder Legislativo y el Poder Judicial, tiene un periodo establecido para ejercer sus funciones, tiene un marco legal definido en el que puede operar, y se encuentra siempre sujeto al escrutinio ciudadano y a la evaluación pública de su gestión. Éstas son las reglas incuestionables del poder democrático y cualquiera que pretenda saltarlas, incurre en vicios autoritarios, aunque haya sido elegido por el pueblo.

      Se trata de una trampa en que han caído algunos gobiernos latinoamericanos. Al recibir el apoyo electoral, interpretan que el mandato del pueblo les permite modificar las reglas democráticas para llevar adelante su proyecto político. Entonces, si la Constitución se interpone en su camino, la cambian. Si el Poder Judicial objeta sus decisiones, nombran nuevos jueces y magistrados. Si los medios de comunicación cuestionan sus comportamientos, los cierran. Si sus adversarios políticos se pronuncian, los amenazan. Y si su periodo no les alcanza, lo prorrogan.

      Tengamos mucho cuidado. Las elecciones son una parte esencial del proceso democrático, pero no son el proceso democrático. Si un gobernante coarta las garantías individuales, si limita la libertad de expresión, si restringe injustificadamente la libertad de comercio, subvierte las bases mismas de la democracia que lo hizo llegar al poder.

      El dilema que esto presenta, y que aún no hemos logrado resolver, es cómo lidiar con democracias en donde los gobernantes se comportan autoritariamente, pero no son dictaduras. Porque, en honor a la verdad, en América Latina sólo existe una dictadura y es la dictadura cubana. Los demás regímenes, nos guste o no, son democracias en mayor o menor grado de consolidación. Pretender derrocar esos gobiernos, o removerlos de alguna forma violenta o contraria a la Constitución y las leyes, es caer en el mismo juego autocrático que pretendemos combatir. Un verdadero demócrata no pide jamás la caída de un gobierno electo por el pueblo. Si algo nos ha enseñado la dolorosa experiencia de Honduras, es que un golpe de Estado es siempre, siempre, una pésima idea.

      La única vía para restarle poder a quienes lo han concentrado luego de recibir el apoyo popular, es minando ese apoyo popular. Con educación cívica, con debates, con ideas, con argumentos, con ejemplos. Los pueblos mismos deben aprender a apartar los espejismos de la demagogia y del populismo. Los pueblos mismos deben aprender a condenar, en las urnas, el comportamiento antidemocrático de un régimen. Los pueblos mismos deben aprender a separar la paja del trigo. Porque el problema no son los falsos Mesías, sino los pueblos que acuden con ramas y palmas a celebrar su llegada. De nada le sirve a América Latina deshacerse de líderes con delirios autoritarios, si tan sólo van a ser sustituidos por nuevas estrellas del teatro político.

      No nos corresponde “proteger” a nuestros pueblos de las amenazas. Nos corresponde, en cambio, educarlos para que ellos mismos aparten esas amenazas. El paternalismo debe ser sustituido por una fe genuina en el poder transformador de las sociedades, un poder que, hoy más que nunca, puede ser canalizado de forma efectiva. Las redes sociales como Facebook o Twitter, los foros de debate como esta Cámara de Comercio, los espacios de discusión, que pueden ir desde la mesa del comedor hasta el anfiteatro más grande, nos invitan a pregonar el credo democrático. El argumento más convincente que podemos dar, la forma más honesta de convencer a alguien de la necesidad de apoyar únicamente a los líderes que respetan las reglas del juego, es que, tarde o temprano, sólo esos líderes mejoran las condiciones de vida de los ciudadanos. Tenemos que convencer a nuestros pueblos de la vacuidad de la promesa mesiánica, si es que queremos construir una verdadera vocación democrática en América Latina.

      La segunda amenaza que percibo, está profundamente ligada con la anterior, y es la fragilidad de nuestro Estado de Derecho. Gran parte de los problemas que ha tenido América Latina en los últimos años, son producto de una incapacidad estatal de evitar la concentración del poder. Muchos tribunales carecen de la autoridad para decirle a un gobernante “hasta aquí”. Muchos congresos carecen de la facultad para controlar, verdaderamente controlar, a los mandatarios. Hay un uso perverso de los instrumentos legales y una flexibilización constante de las normas, para perseguir fines particulares.

      En parte, esto es producto de una debilidad cultural. A los latinoamericanos les cuesta mucho identificarse con el Estado, y como consecuencia, les cuesta mucho obedecer las normas públicas. La evasión fiscal, por ejemplo, no sólo no es vista como delito en nuestros países, sino que incluso es vista como astucia. Lo mismo sucede con el irrespeto a las leyes de tránsito o a las normas ambientales o a las reglas de la competencia. Parece elemental, pero necesitamos entender que una región que no respeta las normas del juego, no puede pedir que sus gobernantes las respeten.

      Esto tiene serias incidencias sobre la capacidad de hacer negocios, y estoy seguro de que ustedes lo saben mejor que yo. Al final del camino, la inseguridad jurídica, la incapacidad de confiar en el sistema legal de un país, la incertidumbre en torno a las consecuencias que nuestros actos pueden tener, es uno de los peores enemigos del crecimiento económico. A ustedes, más que a nadie, les conviene fortalecer el Estado de Derecho, a partir de su ejemplo y a partir de su discurso. Les corresponde contribuir responsablemente con la educación cívica de las escuelas y colegios. Les corresponde demostrar que el sector privado no cae en el mismo juego de atajos que critica en el sector público. Les garantizo que un respeto indiscutible a las normas y a la autoridad, de parte de los empresarios, es uno de los principales alicientes con que puede contar un pueblo para abrazar la democracia.

      La tercera amenaza que he mencionado es la ineficiencia de nuestros aparatos estatales. Con muy pocas excepciones, como Tailandia y Nepal, los pueblos latinoamericanos son los que han luchado durante más años, desde su Independencia, por cruzar el umbral del desarrollo. El retorno democrático de fines del siglo XX, vino aunado a una promesa de prosperidad que aún hoy no ha sido cumplida. Nuestros habitantes todavía esperan que la democracia les cambie la vida, todavía esperan que la libertad ponga pan sobre la mesa.

      Esa incapacidad para traducir en realidad las promesas, es culpa de una esclerosis estatal que nos tiene paralizados. En muchos sentidos, nuestros gobiernos trabajan muy duro para obtener muy pocos resultados. Hemos construido Estados hipertrofiados, a los que les cuesta mucho ejecutar las acciones más esenciales, en primera instancia, porque son Estados desfinanciados, que deben lidiar con el perpetuo dilema de construir sociedades de primer mundo con impuestos exiguos; y en segunda instancia, porque son Estados amarrados, obsesionados con controles duplicados y triplicados que hacen muy poco para detener la corrupción, pero mucho para detener el crecimiento económico.

      Sé que, como empresarios, a ustedes les genera ansiedad la posibilidad de pagar mayores impuestos. Pero también sé que el costo de hacer negocios en un país subdesarrollado es, muchas veces, prohibitivo. Es mejor pagar mayores tributos, pero transitar por carreteras en buen estado, tener trabajadores educados, contar con un sistema de salud universal, realizar rápidamente los trámites públicos, tener barrios y ciudades seguros, recibir el producto de la investigación y la innovación en las universidades, y en general disfrutar los beneficios con que cuenta el sector empresarial en las naciones industrializadas. Es crucial que entendamos que si nuestros países no mejoran su competitividad, nunca podrán dar el salto al desarrollo que nuestros pueblos esperan y merecen.

      Una reforma estatal, que revise nuestra maraña legal, que elimine las trabas innecesarias para el  buen funcionamiento de nuestros gobiernos, es un elemento esencial no sólo en la generación de mayor riqueza, sino en la profundización de nuestra democracia y en la expansión de nuestras libertades individuales, porque un pueblo satisfecho es menos propenso a rendirse ante las tentaciones autoritarias. Presionar por la reforma del Estado, desde las campañas políticas pero también en la vigencia de los Gobiernos, debería ser una de las principales preocupaciones de cámaras como ésta.

      La última amenaza que quería mencionarles, es la persistente tutela militar de la región, que se resiste a abandonarnos a pesar de los dolores infligidos en el pasado. Cuando era estudiante en Inglaterra, y del otro lado del océano llegaban las noticias de una retahíla inacabable de golpes de Estado en América Latina, mis compañeros se burlaban diciendo que yo venía de una región que era como un disco de larga duración, es decir, de 33 revoluciones por minuto.

      Aquello que era una broma cruel para mí, es una realidad que ha lacerado incansablemente a nuestra región. Guerras civiles, revoluciones sangrientas, golpes de Estado, represiones brutales, torturas, desapariciones: a pesar de la retórica nacionalista, el expediente de los ejércitos de la región tiene muy pocas glorias, sobre todo durante el último siglo.

      El año pasado, el gasto militar de la región ascendió a 60 mil millones de dólares, lo cual es más del doble de lo que era hace seis años. Muchos países destinan alrededor del 2% de su Producto Interno Bruto a sus ejércitos, aunque algunos destinan mucho más. Esto es alarmante per se, pero sobre todo cuando recordamos que la carga fiscal de nuestros países es, en promedio, del 18% del Producto Interno Bruto, con casos extremos que apenas llegan al 10%.

      ¿En qué fortalece esto nuestra democracia y nuestra libertad? ¿Cómo contribuye a brindarles a nuestros ciudadanos una mejor calidad de vida? Cuando digo estas cosas, hay quienes me argumentan que los ejércitos combaten el narcotráfico o realizan labores de rescate, en caso de emergencia. Pero ninguna de estas razones es una función propia de los ejércitos, ni justifica la carrera armamentista en la que actualmente se encuentra América Latina. Por el contrario, la presencia de fuerzas armadas cada vez más poderosas no hace sino reforzar la idea de que es con la violencia, y no con la razón, con que se resuelven las cosas; y que es la fuerza, y no la ley, la que debe regir la convivencia entre los seres humanos.

      Reducir el gasto militar no sólo sería una demostración de la fe en la democracia y en las reglas del juego, sino la oportunidad de disponer de una liquidez necesaria para invertir en escuelas y colegios, en clínicas y hospitales, en carreteras y aeropuertos, en laboratorios y centros de cómputo, en escuelas de música y teatros. Un gasto ocioso pasaría a ser una inversión en la competitividad de nuestras economías.

      No hablo por hablar. Costa Rica fue el primer país en la historia en abolir su ejército y declararle la paz al mundo. Nuestros hijos no conocen los tanques de guerra, los submarinos o los helicópteros artillados. Desde hace más de sesenta años, destinamos a la educación, a la salud y a la protección del medio ambiente, lo que destinábamos a nuestro ejército. El producto es que somos uno de los países con mejor Índice de Desarrollo Humano en la región y el país más feliz del mundo, según recientes publicaciones.

      No estoy abogando por la abolición de todos los ejércitos latinoamericanos, aunque ganas me sobran. Comprendo que se trata de instituciones que son respetadas, y cuya necesidad es percibida por la mayoría de personas. Pero no veo razón alguna por la cual nuestra región deba embrollarse en una carrera armamentista. Un aumento en el gasto militar es injustificable para países que, con la sola excepción de Colombia, no experimentan actualmente ningún conflicto armado.

     Con un poco de memoria uno comprende que, en América Latina, fortalecer a los ejércitos es, casi siempre, debilitar las democracias. Dejar de invertir en la industria de la muerte, empezar a gastar en la prodigiosa empresa de la vida, debería ser una prioridad para países que están en deuda con la paz, con el desarrollo y con la libertad. 

Amigas y amigos:

      He venido a esta hebilla del cinturón de la Tierra, recordando mis años de infancia. Aquel globo terráqueo con que jugaba en la escuela, se convirtió luego en el escenario de las largas luchas de mi vida. La búsqueda de la paz me llevó a comarcas lejanas, “y me gradué doctor en sueños”, para usar una expresión del gran po
eta ecuatoriano,  Jorge Carrera Andrade. “Vine a América a despertar”, nos dice el poeta. Yo también vine a despertar a América, a darme cuenta de que los sueños no sólo hay que pensarlos, sino que hay que construirlos.

      He dedicado mi vida a construir el sueño de una América Latina más pacífica, más libre, más próspera, más democrática, más acorde con la idea que me inculcó la maestra. Aún hoy sigo construyendo esa visión: una América Latina en donde el poder no se concentre, sino que se distribuya; en donde la ley no se irrespete, sino que se fortalezca; en donde los aparatos estatales no se ahoguen, sino que se vuelvan eficaces; en donde el militarismo no se atice, sino que ceda campo al desarrollo humano. Esa América Latina es posible. Existe en cada uno de ustedes. Hoy les pido que, como yo, se gradúen en sueños y despierten a esa América que espera más allá del esfuerzo y el trabajo.

      Muchas gracias.