La Constitución

Publicado Originalmente en Diario Expreso

Hasta el siglo XVIII, los estados europeos existieron sin
Constituciones “escritas”. Es más, social y políticamente, no han sido
necesarias para que existan los Estados. La independencia de Estados
Unidos de Norteamérica (1776) derivó, en 1787, en la primera República
Constitucional, formalmente establecida en la historia. La Constitución
norteamericana es la primera del derecho constitucional “escrito”. La
separación de poderes hizo que solo los documentos que regulasen
explícitamente estos temas fueran considerados, a partir del siglo XIX,
documentos constitucionales propiamente dichos.
                   
Inglaterra, agobiada por sus deudas, pretendió aumentar los impuestos.
Las colonias de Norteamérica le declararon la guerra (1765) y se
negaron a aceptar impuesto alguno sin ser parte activa de su expedición
en el seno del parlamento. (“No taxation without representation”). Fue
el principio del pleno derecho a la libertad y de sus derechos
inalienables a la vida y a la propiedad. Al elaborar la primera
Constitución escrita, Thomas Paine (1737-1809) y Thomas Jefferson
(1743-1826), sostuvieron la igualdad social y económica, el sistema
federal y la oposición popular a la monarquía dinástica.
Se dispuso un “plan de gobierno”, con una parte orgánica y la
“declaración de derechos” (bill of rights) o parte dogmática. Las
primeras 10 enmiendas, constituyen históricamente, a nivel mundial, los
derechos humanos básicos.
                   
Sedujo a Europa y América. Sirvió para organizar las nuevas repúblicas.
Cuatro años después (1791), Francia promulgó su primera Constitución
escrita que precedió a la de Cádiz, en España (1812), las que sirvieron
de soporte a los países de Hispanoamérica que al independizarse, cada
nuevo Estado dictaba la suya. Fue como su partida de nacimiento.
                   
La “Constitución” es un sistema de normas y principios que regulan las
relaciones entre los que detentan el poder (mandatarios) y sus
destinatarios (mandantes), así como las relaciones entre los diferentes
detentadores parciales de ese poder. Es la principal estructura de
normas de esta abstracción o entelequia que denominamos “Estado”.
                   
Por las deformaciones del régimen constitucional, se produce la
concentración del Poder y no su limitación, que es su objetivo
histórico. Por ello según Karl Loeweinstein, es un “cómodo disfraz para
instalar regímenes autoritarios”.
                   
Para que una constitución sea “normativa” se requiere que el Poder se
someta a sus normas. La “nominal” es válida jurídicamente, pero sus
normas no coinciden con la realidad social, política y económica. Y la
“semántica” es la que se utiliza para afianzar en el Poder a sus
detentadores. No limita el Poder. Lo concentra en una persona, partido
o grupo que toma el Poder. Le da legalidad pero no legitimidad y hace
duradera su presencia en el poder en perjuicio de la libertad
individual, como el nazismo, el fascismo y las dictaduras de
Latinoamérica.
                   
Luis Legaz y Lacambra, (1906-1980) afirma que las condiciones para que
exista un Estado de derecho, en una Democracia Constitucional, son la
división o separación de los poderes, el control jurisdiccional de la
Administración y de la Legislación, descentralización administrativa o
federalismo, control mediante el sufragio y afirmación de los derechos
humanos y sus garantías.
                   
Inmersos en la elaboración de otra Constitución, vale recordar
pensamientos como los de Johann Ch. F. Hölderlin (1770-1843): “Lo que
ha hecho siempre del Estado un infierno sobre la tierra es precisamente
que el hombre ha intentado hacer de él un paraíso”. Y como dijo Simón
Bolívar: “No aspiremos a lo imposible, no sea que por elevarnos sobre
la libertad, descendamos a la región de la tiranía”.

Pero, por sobre todo, ser éticos

Publicado Originalmente en Diario Expreso

Grave crisis vive la República. Inseguridad social, angustia familiar, desasosiegos personales, desempleo, ausencia de cobertura médica y fondo de jubilación, lo que, en no pocos casos, derivan en depresión, emigración, suicidios, violaciones, robos y sicariatos, tienen causa, cercana y remota, en la mala formación y pésima educación. El engaño, la mentira, la estafa en la obtención de títulos profesionales tienen grave soporte en la impunidad que se convierte en escándalo social cuando los delincuentes (n.n. de cuello blanco) tienen apoyo y encubrimiento de parte de autoridades, obligadas a sancionarlos. Sólo se habla de “combatir la corrupción”. Nada sobre cómo prevenirla. No se forma férrea conciencia moral y cívica para ser ético y productivo. Todo mundo grita contra la corrupción. Pero cuando alguien enfrenta a los corruptos y se niega a encubrirlos, (como yo, que me negué a firmar títulos profesionales falsos) es motejado de tonto y “no práctico”.

El no poder satisfacer necesidades personales y familiares tiene mucho que ver con la educación, buenas costumbres, usos y hábitos familiares que se ha impartido en los últimos 38 años. A título de revolución educativa se eliminó el examen de ingreso a la Universidad, se deterioró la secundaria y se engañó a la juventud. En la década del 80 colapsó la sociedad cuando se eliminó de la educación media “urbanidad, moral y cívica” pese a que por Ley, como diputado, en 1991 yo elaboré e impulsé su enseñanza obligatoria en escuelas, colegios y universidades. No se cumple.

Con ineficaz pedagogía se imparte conocimientos caducos que no priorizan la producción y desarrollo integral. Las estructuras educativas involucionan. Se debe modernizar y moralizar la enseñanza en escuelas, colegios y universidades. Se crea una mentalidad proclive al empleo dependiente. El título de bachiller refleja a un graduado frustrado buscador de empleo en áreas laborales saturadas con escasas alternativas y mínimas remuneraciones.

Lo aprendido en 6 ó 12 años hace al bachiller incapaz de “producir”. Su mentalidad, limitada a “conseguir empleo” carece de creatividad emprendedora. Las asignaturas tradicionales se readecuan reduciendo la carga horaria. No mejoran contenidos y pénsum académicos, escasos de creatividad, inventiva, emprendimiento, técnicas de comunicación, voluntariado y moral pública para formar emprendedores creativos, ingeniosos y éticos. No se motiva la creación de formas propias de subsistencia y trabajo independientes.

Motivar iniciativas empresariales y factibilidad de proyectos, viabilidad, producción, competitividad, creatividad y autenticidad. Enseñar a gerenciar. Enseñar contabilidad empresarial, pasivos, activos, manejo de proveedores, calidad, costos, insumos, mercadeo, ventas, comercialización, técnicas de ventas y publicidad. Aprender a competir en mercados externos.

Estimular habilidades, talentos y vocaciones dirigidas al emprendimiento y solidaridad social, según su vocación, profesión o actividad, sea abogado, ingeniero, médico, periodista, taxista, panadero, etc. Impartir valores y principios como honestidad, honorabilidad, dignidad, justicia, equidad, respeto, lealtad, honor, responsabilidad, amor a la patria y sus gestas heroicas. Ser virtuosos. Enseñar a hablar. Expresarse con autoestima y seguridad en sí mismos. Ejercer voluntariado para el desarrollo social y partícipes del progreso de su entorno. Aprender de Singapur, Taiwán, Japón, Corea del Sur, Birmania, Vietnam, China, que fomentan la educación “útil” hacia la investigación, la creación de empresas con énfasis en valores morales, inventiva y creatividad. Pero, por sobre todo, ser éticos.

Miedo a la libertad

A veces me da la impresión de que las personas tienen miedo de ser libres y/o quiere que le den haciendo y en busca de esa ilusa comodidad ceden sus derechos y responsabilidades o no son capaces de administrarla. Y lo peligroso, en la concepción desfigurada de democracia donde mayoría manda, se irrespeta el derecho innato del individuo (incluso cuando afecta el propio interés del cándido sociolisto) arrastando urbes ajenas a doctrinas colectivistas. En lugar de que el poder resida en el ciudadano, éste lo endosa al burócrata. Cuando debería ser al revés sucede algo contradictorio: el Estado termina ordenando y sirviendose del ciudadano. La ley se distorsiona: sirve para quitar y para dar, en lugar de hacer justicia arrastando y deformando el concepto de seguridad que un Estado debe garantizar. Los Estados que tienen instituciones que controlen con rigurosidad que haya libertad y flexibilidad económica, política y social, son prósperos, son libres.

El Grito Sagrado
Por Marcos AguinisIEEP
Lunes, abril 7 de 2008

Era el miedo a libertad. Porque la libertad no es gratuita. Presenta desafíos, exige lucha, trabajo, responsabilidad. Algunos llegan a considerarla un lastre insoportable. Entonces renace la nostalgia por los tiempos en que eran esclavos, sí, pero no tenían que decidir, no eran los responsables de los fracasos. El fenómeno regresivo los devuelve a la primera infancia, en la que los padres se ocupaban de todo, en especial de las cosas difíciles, y eran los únicos culpables de que algo saliera mal. En las sociedades los padres son reemplazados por los caudillos o caudillejos, por Estados autoritarios o por fórmulas populistas. La gente se limita a quejarse y pedir, como un siervo al capataz. Pero no decide, no piensa y no hace.

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Todo por la patria

Quien sabe interpretar el clamor de las masas y es hábil en manejar un apasionado discurso, apelando al sentimiento, conquista sufragios. Mezcla de nacionalismo, patriotismo, socialismo, y en democracia. Orgullo patrio, no conoce distinción de clases: todos iguales, incondicionalmente (acatamiento). Sacrificar lo propio por lo extraño. “Amantes de paz, pero con coraje”. Duros sin ser blandos. Todo por la patria [el individuo anulado]. El Estado por encima del hombre. Obediencia, sumisión. Aceptar privaciones. Lealtad al guía y su partido, a su vez el partido lealtad a su líder. El adalid sabe interpretar a las masas, tiene carisma, y su elocuencia lo hace popular entre multitudes. Los símbolos son importantes. Marchas, mitines, concentraciones, con himnos y canciones termina en una especie de procesión que [de]genera fanatismo (idolatría). La patria por la patria.

Ardiente y soberano mensaje


http://www.youtube.com/watch?v=wgQ-wYo-aZc&feature

¿Es necesario que una parte de la humanidad persista en el error, a fin de que la otra parte pueda entender la verdad? John Stuart Mill (1859), Sobre la Libertad.

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