Mal gasto público Por Vicente Albornoz Guarderas (el Comercio 6/09/09)

Empecemos por la buena noticia: la pobreza urbana en el Ecuador viene cayendo consistentemente desde la terrible crisis de 1999. Ahora viene la mala noticia: resulta que en los últimos dos años fue cuando más lento cayó la pobreza desde que nos dolarizamos.

Algo de historia. Inmediatamente después de la crisis, gracias a la estabilización económica, la pobreza urbana cayó rápidamente, para ubicarse a fines de 2001 en 35%, cerca a sus niveles históricos (la fuente de todo esto es el Siise). Pero lo interesante es lo que ocurrió después. 

Entre 2001 y 2006, el país tuvo un importante crecimiento económico y una notable estabilidad, lo que permitió que la pobreza caiga rápidamente a niveles récord. En estos cinco extraordinarios años, la pobreza cayó con una velocidad y a unos niveles nunca antes vistos. 

Para 2006, la pobreza ya había caído a 18%, es decir, había tenido una reducción de más de 3 puntos anuales. Cabe recalcar que en ese período, el gasto público creció poco, no creció más allá que el resto de la economía y, por lo tanto, fue el sector privado el que creó el empleo que fue ganándole espacio a la pobreza.

Pero en 2007 llegó al poder un Gobierno convencido que no necesitaba al sector privado para solucionar los problemas del país. En realidad, llegó un Gobierno convencido que todo lo privado era malo. Y con esos convencimientos (sumados a un precio del petróleo altísimo), atacó al sector privado (telefónicas, bancos, petroleras, mineras, importadores, tercerización laboral)   y aumentó el gasto público con locura. En 2008, el gasto creció en 70% (unos USD 9 mil millones).

Pero en 2008, la pobreza cayó sólo 1 punto. Eso significa que a pesar del disparo del gasto público, a pesar de que el Gobierno soltó en la economía una montaña de recursos, eso solo sirvió para bajar la pobreza en 1 punto porcentual. Qué mal gasto público. Qué pésimo gasto público. Qué vergüenza de gasto público.

Y es que el gasto del Gobierno ecuatoriano no beneficia a los pobres. Y el discurso agresivo de la revolución desincentiva la inversión privada y así deja de crearse ese empleo tan necesario para ganarle la batalla a la pobreza.

El gasto público no beneficia a los más pobres porque el empleo que crea (burócratas) es para las clases media y alta. Tampoco beneficia a los pobres con esos injustos subsidios a los combustibles y con los contratos para los parientes. No, la solución a la lacra de la pobreza no está en aumentar el gasto público a niveles insostenibles, farreándose los ahorros públicos. La manera de beneficiar a los pobres es permitir que el sector privado cree empleo. 

Algunos politólogos dicen que los más pobres del país no votaron por Correa sino por Lucio. Esto podría ser una explicación a esa teoría.