Un sapo con abultado vientre croaba en su pantano cuando de pronto vió resplandecer en lo más alto de las toscas del fango a una luciérnaga. Pensó que ningún ser tenía derecho de lucir cualidades que él mismo no poseería jamás. Mortificado por su propia impotencia, saltó hasta ella y la cubrió con su vientre helado. La inocente luciérnaga osó preguntarle: ¿Por qué me tapas? Y el sapo, congestionado por la envidia, sólo acertó a interrogar a su vez: ¿Por qué brillas?
Esta fábula trae a la memoria Olivier Dumani, director de la Corporación Municipal del Registro Civil de la ciudad de Guayaquil por los ataques del centralismo de que son sujeto las instituciones autónomas de la urbe porteńa, como lo fueron en su momento la Junta de Beneficencia, aeropuerto, Terminal Terrestre, Corporación de Seguridad Ciudadana y ahora el Registro Civil de la Corporación Municipal.
Al inicio de esta semana se hizo público un estudio de Transparencia Internacional-Ecuador, indicando algo que esta hecho cayo, la institucionalización del soborno en el país. Luego de una “encuesta nacional de corrupción y buen gobierno” aparece el Registro Civil Nacional entre las instituciones donde más se produce el soborno (otros son la Policía Nacional, obtención para una línea de fábrica u obtener un permiso para trabajar, etc.). El director del Registro Civil Nacional, César Frixone, reconoce que existen sobornos (titular de La Hora, sección País, febrero 1 de 2008). Paralelamente, aparecen declaraciones del director nacional mencionando que los documentos emitidos por la entidad local no son válidos en otras ciudades, apreciación de alguna ley que aparece en un momento insólito.
Ante esto el vice-presidente Lenin Moreno dice que las cédulas guayaquileńas si valen; el presidente Correa, que deben de arreglarse los malos entendidos; el alcalde Nebot, pide denunciar a las instituciones que rechazen el documento para enjuiciarlos. En lo que se coincide es que el convenio entre la institución nacional y local está vigente. Que se arregle rápido el impase, la gente no aguanta más amagues. Esto podría interpretarse también como un desvío de atención a lo que sucede en Montecristi. Ya estamos febrero y todavía no se escribe, ni discute y aprueba un solo artículo de la nueva constitución, y ya se habla de una campańa por el sí y de reelección presidencial, siendo lo más curioso. Hasta ahora parece sucursal del congreso, con hombre del maletín incluido, emiten leyes y hasta mal hechas. Si se dedicaran por allá a trabajar estrictamente para lo que fueron elegidos ya hubieron avanzado.