Por la libertad o la coerción centralista

El juicio que sufrió el diario La Hora al publicar el editorial vandalismo oficial, el traspaso de El Telégrafo a manos del Estado (diario que fue el mayor critico del actual gobierno) y el encarcelamiento de quien hiciera seńas a una caravana oficial fue el inicio de las preocupaciones contra la libertad de expresión. Ahora el Consejo Nacional de Radio y Televisión –Conartel pide rectificaciones a radio Caravana y Sucre por las expresiones en contra del presidente Correa que se emitieron durante la marcha del pasado 27 de diciembre (¿quien controla las expresiones e insultos del ejecutivo y de radio la luna?). La peor parte parece la esta llevando Ecuavisa y su programa Contacto Directo junto con su conductor Carlos Vera por hacer publico una conversación del alto mando militar, por haberse supuestamente irrespetado un reglamento que salió del ejecutivo luego de la aparición de los pativideos (por cierto ¿que pasó con aquella renegociación de deuda? ¿ahí quedó?). El prólogo que hiciera Agustín Izquierdo al texto “Sobre la libertad” de John Stuart Mill acerca de la “libertad de opinión y de expresión” dice lo siguiente:

“En un país constitucional, piensa Mill, el gobierno no puede fiscalizar la expresión de la opinión pública, no puede convertirse en un instrumento de la intolerancia general, por lo que el derecho a ejercer la coerción en materia de opinión es en sí mismo ilegítimo y nocivo, tanto si se ejerce de acuerdo con la opinión pública como contra ella.”

En lugar del dueńo del país, ahora con gestos chabacanos mezclado con un recorrido académico tenemos al dueńo de la verdad. Despotrica descalificando a quienes discrepan sin discutir las ideas, aparentando huir del debate con actitudes mas bien infantiles. Al respecto continúa Izquierdo en el prólogo a Mill:

“No hay que olvidar que en muchas ocasiones en que se trata de exponer una posición públicamente se incurre en actos totalmente reprobables desde un punto de vista moral al descalificar ilegítimamente al contrario; tan importante es expresar el contenido de una opinión como la manera en que la expresamos”.

Cuando se requieren cambios, estos deben salir de un debate serio y a conciencia sin aplanadoras de por medio; pero si los cambios nacen del resentimiento, revanchismo y odio, los resultados estarán a la vista. Si se siembra vientos y tempestades, lamentablemente no se cosechara flores. Luego de invitar, en forma desafiante y provocativa, a una marcha que partía de Guayaquil hacia la ciudad de Montecristi, se negó y obstruyó el paso a miles de personas. Ya el régimen, empleados públicos y demás ciudadanos de todo el país marcharon y conocieron el puerto principal, sin obstrucción alguna como sufrieron las miles de personas que trataron de llegar a Montecristi el pasado 27 de diciembre. Este 24 de enero habrá una manifestación en apoyo a la autonomía y al municipalismo que ha dado sus frutos en la ciudad de Guayaquil, que se ve amenazada, a pesar del reconocimiento de propios y extrańos e inclusive a nivel mundial. Ahora se pretende dividir en varias alcaldias a las grandes ciudades (sospechosa aspiración, por el momento y de donde viene ¿no fue suficiente cercenar provincias?). Al respecto Rodrigo Paz no ve conveniente aquello poniendo como ejemplo grandes ciudades como Nueva York y Buenos Aires que tienen un solo representante, debiendo mas bien ser apoyada la labor del Alcalde. Mas bien propone Paz que se divida en zonas en donde funcione en cada una oficinas municipales con poder de decisión.

Guayaquil, cuna de la nación, se libera de la corona espańola el 9 de octubre de 1820 siendo la capital de la Provincia Libre de Guayaquil (1820-1822) efímero estado independiente ideado por J.J. Olmedo es anexada a la Gran Colombia (1819-1831) por órdenes de Bolívar. Guayaquil independiente con Olmedo a la cabeza apoya a Sucre para liberar Quito y Cuenca. La bandera blanco y celeste de Guayaquil flameó el 24 de mayo de 1822 en la Batalla de Pichincha junto a los estandartes del estado gran colombino. Siguiendo el ideal de Olmedo, en lugar de seguir sistemas caducos, se pide dejar trabajar a su gente, donde el comercio deberá ser libre por tierra, mar y aire donde no haya trabas ni privilegios particulares.