Cuando empezó este nuevo periodo de gobierno, hubo expulsiones en el parlamento, entre ellos, Ximena Bohórquez, miembro del partido SOPA, hubo protestas. Luego se expulsaron a 57 diputados, todo un escándalo, mas que nada por la reunión clandestina en Puembo donde enviados del gobierno se reunieron con alternos de los 57 descabezados -destituidos por un tribunal (TSE) oficialista- los cuales se cubrieron el rostro con «manteles» de mesa al ver a los medios de comunicación. Recientemente se expulsa a 6 diputados de ese grupo de amantelados, autodenomidados como DN (dignidad nacional?), para lo cual el Gobierno recupera votos en Congreso. Jorge Vivanco Mendieta expone hoy en su editorial del Diario Expreso, que por la deslealtad de los manteles se desplegó una emboscada. Que astucia. Lo de forma, las expulsiones. Lo de fondo, la ley de “justicia” financiera.
En fin, lo que se quiere llevar a cabo con todo esto, a como de lugar, legal o ilegal, constitucional o inconstitucionalmente, con trampa o sin trampa (al mejor estilo de la partidocracia), es bajar las tasas de interés. La pregunta es ¿cómo se lo va hacer? ¿hay expertos calificados -dentro de los dignos diputados- para tomar tamańa responsabilidad? y, de la forma como se lo está haciendo, ¿podemos confiar en los resultados?
Para bajar las tasas de interés hay que invitar a más instituciones financieras. Pero no basta solo con invitarlas, hay que atraerlas, seducirlas. Desde luego que hay sacrificios. Se tendrán que reducir costos e impuestos, donde se puede percibir que solo se benefician burócratas improductivos (que forman parte de cuotas políticas) y sus acólitos. Habrá que ver que se hace con tanto impuesto, con un presupuesto -y tamańo del Estado- que crece y crece, y hasta la fecha no hay resultados positivos. Por otro lado, si bajan los impuestos inútiles, se reducen los pasos para abrir compańías y se abre el mercado nacional, el oligopolio financiero se verá afectado, cuando llegue la competencia nacional y extranjera. Las tasas de interés variarán de acuerdo a la oferta y demanda. Sufrirán los incompetentes, el depositante estará tranquilo y ganará el consumidor juicioso de créditos.
Pero como van las cosas, parece ser que lo que está por suceder es una repartidita del pastel, que los burócratas improductivos (a nombre del microcrédito) le piden al oligopolio financiero.
Mientras tanto, con una reducción a la fuerza, por decreto, el resultado esperado de reducir las tasas de interés será lo contrario. Con un alto porcentaje de los depósitos que son de retiro inmediato… el resto queda a la imaginación del lector.
Una pista. No perdamos de vista la dolarización, el bimonetarismo y la posible nueva impresión inorgánica de billetes. Con una eventual salida del dólar, ganarán los exportadores, algunos ineficientes asustados por una posible competencia y que (a nombre de la empresa nacional) verán con buenos ojos las devaluaciones. Al consumidor y ciudadano común se le hablará de patriotismo, nacionalismo y soberanía, cuando la inflación y -paradógicamente- tasas de interés elevadas, empieze a evaporizar su poder adquisitivo.