Evo y el paraíso terrenal

A estas alturas de la historia, uno pensaría que las ideas colectivistas estaban siendo superadas.  Pero el caso de Evo Morales da muestra clara de lo contrario.  Los ungidos conforman una clase aparte de individuos en nuestras sociedades, pero son capaces de encender el ánimo de masas desinformadas por años y décadas de persistente propaganda estatista.  Evo Morales es un ungido muy particular pues aprovecha la aspiración (comprensible) del pueblo mestizo e indio de Bolivia de hacerse dueño de su propio destino.  El problema de este nacionalismo en ciernes es un dosis gigantesca de estatismo, fruto de la mentalidad colectivista que Evo y otros ungidos han ayudado deliberadamente a crear y reforzar. 


El colectivismo es simplemente la posición ideológica que ve a los individuos como irrelevantes frente al proceso social, en el cual las clases sociales y las razas son los verdaderos actores (es decir, las ideas de Marx y Hitler reencarnadas).  De esa forma, se cree que el ser humano se debe a su sociedad, y por supuesto el Estado es el encargado de asegurarse que cumpla con ella.  Evo Morales llama sin descaro a su agrupación Movimiento al Socialismo (MAS), pues considera que el Socialismo es un sistema social más productivo y equitativo.  Esto es un un error monumental.  El Socialismo no es un buen ideal que ha sido mal llevado a la práctica, o una buena idea para la cual los seres humanos no estamos listos aún ("pues somos débiles y mezquinos").  Es una noción errónea sobre la naturaleza humana, sobre la sociedad y sobre el papel apropiado de las funciones de gobierno.  En primer lugar, el Socialismo dice que no existe una naturaleza básica, que si bien es moldeada voluntaria e involuntariamente por la cultura y las experiencias, permanece y explica por qué "el poder corrompe" o "la abundancia baja los precios" entre otros principios éticos y económicos fundamentales.  Si no existe tal naturaleza, y somos fruto de las relaciones económicas (Marx), de nuestros traumas (Freud), o de la cultura (Rosseau) sin posibilidad de acción conciente (libre albedrío), es cuestión de elegir a la cúpula o dictador correctos, y permitirle hacer de nosotros una mejor sociedad.  Por otro lado el Socialismo concibe a la sociedad como una amalgama de fuerzas ciegas, donde existe caos a menos que un grupo de sabios (la cúpula en cuestión) ponga orden.  La verdad es que los seres humanos actuamos con propósito, organizando nuestras prioridades según una escala de valores, y colaborando de cientos de formas con nuestros semejantes sin necesidad de un gobierno.  En una sociedad libre, capitalista, el gobierno toma la función de un juez que participa siempre que exista una infracción, una violación a los derechos de un particular.  En la sociedad socialista y en el estatismo parcial (Ecuador) el gobierno es juez y parte: como si en un partido de fútbol el árbitro se metiera a patear el balón a favor de un equipo, dependiendo de quién lo eligió para arbitrar.  Entonces el árbitro (gobierno) pasa, por exceso de funciones, a ser arbitrario.  ¿Por qué Evo Morales busca el Socialismo? Porque su lectura de la realidad (recordemos que la mente es la que da sentido a lo que los sentidos recopilan para una persona), alimentada por literatura y medios de comunicación colectivistas, le dice que el Capitalismo (!) es el culpable de los males de Bolivia, y qué mejor que su antitesis, el Socialismo, para darle a su andino país un soplo de esperanza.  El resultado esperable será el mismo que en Venezuela: alta injerencia de Castro, monopolización aún mayor del poder político, supresión de la oposición, persecución profesional a quienes no plieguen al nuevo orden evomoralista, emigración de la gente más ambiciosa, talentosa y visionaria en lo científico y productivo, nacionalización (estatización) de grandes segmentos del aparato productivo, más trabas para el empresarialismo, y en general y como resultado más pobreza (la Venezuela de Chávez significa la pérdida de 20% de la capacidad de compra de las familias, en pleno Boom Petrólero para el Estado) y desesperanza.

La lección que nos deja el triunfo de Evo Morales en Bolivia es clara: si bien hay mucha gente dispuesta a cambiar a la sociedad, los medios y los fines estarán determinados por su lectura de la situación, la que depende directamente de los medios de comunicación, la academia y los formadores de opinión pública.  Si todos estos dicen que un país está mal por culpa del Capitalismo, aunque dicho sistema social y productivo sea lo más lejano en realidad, no faltará el (auto) ungido que trate de cambiar esa situación percibida por la que añora para todos nosotros.  Por lo tanto, influir en el clima de opinión para fortalecer y divulgar una mentalidad pro empresa, pro cosmopolita y de respeto irrestricto a los derechos individuales (vida, propiedad y las consecuentes libertades) se vuelve una tarea imprescindible.