Ahora quien
es la bestia salvaje. Nuestros queridos legisladores del Congresillo,
acaban de aprobar una ley que minimiza el hurto y lo pone a la altura
de una infracción de transito.
El problema
no es el monto del hurto, es el mensaje que se le envía a la sociedad:
“róbate nomás la gallina del vecino, que no pasa nada”.
Las reacciones
han sido variadas:
- El Fiscal general
quiere bajar el monto de USD 700 dólares para considerarlo hurto a
USD 200 dólares; pero da igual, lo que pasa es que todavía tiene su
corazoncito en Lovaina (cuna de la Teología de la Liberación). - En una entrevista
en una radio de Guayaquil, un policía, indicaba que él personalmente,
había atrapado a una misma banda de delincuentes roba busetas a semana
seguida, soltados porque ya no es delito penal.
Mi lectura
es que esta medida de los alza manos del congresillo es estrictamente
ideológica, que mezcla el socialismo más puro y recalcitrante y la
teología de la liberación. En ambas doctrinas trasnochadas, impracticables
e incompatibles con los derechos y obligaciones del ser humano,
el robo o hurto menor como parte de la supervivencia a la pobreza extrema
es permisible. Sin embargo en la gran mayoría de los casos, la gente
de extrema pobreza de buen corazón, va a preferir vender mercadería
en la calle, a robar una gallina.
Adjunto otro
análisis de Alfonso Reece, que abona lo dicho.