A continuación presento un análisis de la situación de la Constituyente en Bolivia (publicado en el Diario Exterior el 1 de Septiembre del 2007, en donde para aprobar un artículo de la nueva constitución hacen falta las 2/3 partes de la asamblea.
Les recuerdo que en nuestra asamblea hacen falta solo la mitad más 1 de los votos para aprobar los artículos propuestos de la nueva constitución. Con lo que las probabilidades de que tesis mediocres por decirlo menos, sean aprobadas sin debates profundos previos y de manera muy rápida de nuevo para los intereses sectarios o corporativos.
MARCOS ZELAYA EXAMINA LA CONVULSA REALIDAD POLÍTICA DE BOLIVIA
«El gobierno de Morales intenta manejar el estrepitoso fracaso de la Asamblea Constituyente»
Aquejado por serios problemas de gobernabilidad, hasta ahora no ha logrado que la más ambiciosa de sus reformas políticas, la Asamblea Constituyente, apruebe por lo menos un artículo –y menos el de la reelección ilimitada con revocatoria–; por el contrario, gana consenso la propuesta de declarar un receso que permita encontrar «consensos mínimos».
Ahora que en el país se habla de la reelección ilimitada del presidente y del vicepresidente, incluida en el proyecto de Constitución Política del Estado (CPE) del MAS, es oportuno recordar que son pocos los gobiernos, a lo largo de nuestra historia, que aspiraron a perpetuarse en el poder sin que tal pretensión lograra un efecto contrario.
La regla, en las reformas constitucionales efectuadas hasta la fecha, es el ejercicio de la presidencia con un promedio de entre cuatro a seis años y con la posibilidad de la reelección una vez transcurrido un período –hay un mínimo de tres años en las modificaciones de 1861 y un máximo de ocho en las de 1843–, mientras que la excepción está en los cambios promovidos en 1831, 1834, 1868 y 1961.
En los casos de 1831 y 1834, cuando gobernaba el Mariscal Andrés de Santa Cruz, se adoptó la reelección indefinida pero sin revocatoria, en tanto que en 1868, durante la dictadura de Mariano Melgarejo, tan sólo se otorgó ese derecho por otro período consecutivo y en 1961, con la denominada «constitucionalización» de la Revolución del ´52, se estableció la reelección inmediata por una sola vez, aunque se podía llegar a un tercer ejercicio, pero después de que transcurriera un período constitucional.
La tentación de conservar el poder es enorme. Pese a la reforma constitucional de 1962, el ex presidente Víctor Paz Estenssoro tampoco pudo consolidar dos períodos consecutivos en el Palacio Quemado.
El Libertador Simón Bolívar incluyó en la Constitución de 1826 la presidencia vitalicia –el Jefe de Estado era vitalicio, inviolable, irresponsable y podía elegir a su sucesor–, que en realidad otorgaba limitadas atribuciones a quien la ejerciera, pero que despertó un enorme descontento; el constitucionalista Ciro Félix Trigo, en su obra «Las Constituciones de Bolivia», actualizada con el aporte del jurista Jorge Asbún Rojas, recoge la crítica de un diplomático francés, coetáneo a Bolívar, a esta primera ley fundamental: «un presidente vitalicio e irresponsable que goza del derecho a elegir a su sucesor es el trono revestido de la librea republicana». Lo cual da una idea del mal ambiente que había creado la idea de un gobernante con perfil de emperador.
Una iniciativa común
La reelección ilimitada con revocatoria que plantea el MAS es, por tanto, más ajena que propia de la economía constitucional del país.
Da la impresión de ser una idea trasplantada: no es casual que este ejercicio sin límite del poder se haya planteado en momentos en que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con el control de una Asamblea sin opositores, se dispone a reformar la Constitución Bolivariana que le permitió permanecer nueve años en el poder. Tales cambios fortalecen a Chávez a costa de la libertad de los venezolanos y, fundamentalmente, del derecho a la propiedad privada.
Al parecer, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, aplicará la misma receta del gobernante venezolano, quien cuenta, sin embargo, con aproximadamente 34 mil millones de dólares anuales en ingresos petroleros para consumar su estrategia de perpetuarse en el poder, al estilo del dictador cubano Fidel Castro.
Problemas de gobernabilidad
Pero Bolivia no es Venezuela. La iniciativa de incluir la reelección ilimitada en la nueva CPE nacional se ha conocido en medio de uno de los períodos más difíciles del gobierno del presidente Evo Morales.
Aquejado por serios problemas de gobernabilidad, hasta ahora no ha logrado que la más ambiciosa de sus reformas políticas, la Asamblea Constituyente, apruebe por lo menos un artículo –y menos el de la reelección ilimitada con revocatoria–; por el contrario, para evitar un estrepitoso fracaso del foro, con un elevado costo para su liderazgo, gana consenso la propuesta de declarar un receso que permita encontrar «consensos mínimos», lo cual revela que la ampliación de las deliberaciones concedida por el.Congreso no ha sido suficiente para subsanar sus innumerables problemas internos y menos para morigerar las presiones corporativas externas.
En lo económico, pese a la fortaleza del sector externo, el Gobierno no logra consolidar una adecuada gestión; la impericia ha quedado al desnudo, por ejemplo, en el manejo de todo lo relativo al brote inflacionario.
Agotadas las puestas en escena que buscan efectos políticos y mediáticos de muy corto alcance, parece inviable que, bajo estas condiciones, el MAS alcance la meta de permanecer largos años en el poder. El desgaste es evidente. E impopular la sola idea de un presidente con innumerables prerrogativas.
Evo, ¿el supremo? Es muy probable que esta aspiración deba ser postergada