Los economistas al servicio de la corte -que por suerte parecen ser menos cada vez, nos enseñan que el gasto público (estatal, no se refieren al público como suma de individuos) es la fuente del pleno empleo y por ende del bienestar de una nación sensible y progresista.
Esto es sencillamente, una mentira.
Todo tiene un precio, nada es gratuito, y el dinero que toma el Estado para unos lo tiene que obtener a costa de otros. El resultado es el desincentivo a la producción, la injusticia inherente a la redistribución y la confusión ético-económica manifestada en múltiples efectos. Aquí un artículo del economista Frederic Bastiat que nos puede aclarar el panorama. Todo lo que el Estado consume ahora, se resta del consumo privado y de la inversión. Este último rubro es vital si se quiere una economía que produzca más bienes y servicios el año siguiente. Pero claro, un puente o coliseo es visible y genera votos.
Gracias, el artículo ha aclarado muchas dudas que tenía sobre el asunto del gasto y el crecimiento económico.