Black_ribbon1_1Sencillo y silencioso homenaje a todas las víctimas inocentes del TERRORISMO de las FARC y ELN, que no son reconocidas por el Subcomandante Rafael.

27 años

Veintisiete años fueron suficientes. Veintisiete años tuvieron que
pasar para moderar una actitud en principio contestataria, luego de
establecimiento, de reconocimiento y finalmente, tal vez, de costumbre.
En veintisiete años se moldeó el Ecuador de 2006 y se preparó al
Ecuador para 2007.
Luego de salir de la dictadura militar de los
años setenta, cientos de intelectuales, académicos, analistas y miles
de estudiantes de periodismo vieron en el fin del gobierno militar y en
la victoria de la Fuerza del Cambio una válvula de escape. Fue en esa
época que surgieron nuevas voces de oposición democrática, voces
criadas con la primavera del 68 a cuestas y con el romanticismo que les
vendió la maquinaria propagandística de la Revolución Cubana como guía,
que han envejecido con ideas a las que se acostumbraron, a las que se
resistían a traicionar por más probada que se vea su ineficacia, y a
las que un poco por testarudez, un poco por maña y un poco por rating
se aferraron. Esas voces, esas letras, ilustraron un país durante la
década perdida de los ochentas y durante la década formativa de los
noventas, forjaron y formaron la opinión pública nacional durante todo
el último periodo democrático y finalmente inspiraron a la nueva
generación que ocupa ahora su lugar y repite como hace casi treinta
años sus ideas.
Durante veintisiete años, los intelectuales, los periodistas, los académicos, la intelligentsia
toda y la mayoría de la población que les respeta, les oye y les sigue,
se han persignado ante la imagen del liberalismo. Han luchado palabra a
palabra, artículo a artículo, aula a aula y publicación a publicación,
contra aquel demonio llamado mercado y contra los jinetes apocalípticos
llamados capitalismo, libertad, comercio y propiedad.
Han luchado y
han ganado. El país de 2006 es el que ellos quisieron desde hace 27
años. El sesgo político que imprimieron en todas sus acciones y la
pelea sin cuartel que libraron contra todo lo que les sonaba a
ortodoxia, ley y orden han dado frutos y el Ecuador se inclina, tal vez
sin remedio, hacia un proyecto que defiende justamente lo que ellos han
venido defendiendo.
Pero como siempre el jardín del vecino es más
verde, todo aquello que patrocinaron sin conocer y sin entender ahora
se cierne sobre sus cabezas. El proyecto que se deriva de todo aquel
romanticismo que quisieron vivir y generosamente quisieron que
comprendamos y vivamos ha dejado ver su cara verdadera. Los engranajes
que le permiten sobrevivir y el lado sucio, sin el cual no es posible
impulsarlo.
El proyecto latinoamericano que impulsan los tentáculos
de la Cuba revolucionaria, Ortega y sus sandinistas, Chávez y sus
matones, Evo y sus cocaleros montoneros y el propio “Che” abatido
mientras exportaba su revolución ahora está a las puertas del Ecuador,
con un candidato que mira complacido como el país que la prensa y la
academia crearon baja su cabeza en genuflexión y le entrega no solo su
voto sino su libertad, para que el Ecuador sea un engranaje más de la
maquinaria del Imperialismo Chavista.
Ahora, cortas e insuficientes
semanas antes de una elección que decide si mi país vivirá en
democracia o en tiranía, esa misma academia, esa misma prensa que ha
combatido el sentido común, lo ha encontrado. El gigantesco vuelco que
han dado más de un medio de comunicación y más de un analista se
justifica cuando las declaraciones del peón del chavismo denotan un
desprecio inherente por la democracia, por la libertad y,
particularmente, por la libertad de expresión, que es la que les afecta
directamente. Desprecio con el cual asegura su supervivencia un
proyecto autoritario que oculta la forma en que exprime a sus
ciudadanos. Desprecio con el cual construye una maquinaria
propagandística en la que no hay cabida para el intelectual que no
plegue y se arrodille, ni para el periodista que no repita verdades
oficiales.
Veintisiete años fueron suficientes para que el Ecuador,
concientemente, apoye un proyecto nacido de la forma que la
intelligentsia le dio a la opinión pública y del cual ahora, cuando
finalmente ve la realidad, se aterra y busca salidas. Ojalá haya una
salida, ojalá la intelligentsia aprenda las lecciones y ojalá no
abandone ese sentido común que le tomó veintisiete años encontrar.

Elegía (ojalá innecesaria)

Escribo esto mientras la candidatura de la extrema izquierda chavista a la presidencia de la república (bananera) sube al segundo lugar. Ojalá sea innecesario. Ojalá sirva para que me puedan decir que exageré, que no fue tan malo, que no nos fue tan mal.

El primer capítulo de la biografía de Ronald Reagan escrita por Dinesh D’Souza se llama "The Wise Men and The Dummy", Los sabios y el tonto. Mientras académicos, intelectuales y políticos siniestros de la intelligentsia lanzaban loas a la URSS, al sistema socialista, a los grandes líderes de la izquierda mundial, Ronald Reagan vaticinó el fin. Nunca se cansó. Vio cómo iba a terminar y lo dijo, siendo objeto de mofa, burla y ridiculización por parte de la intelligentsia.

Habría pagado todo lo que tengo por ver sus caras cuando poquísimo tiempo después de que RR pronunció su célebre frase: "Mr. Gorbachev, tear down that wall!", el muro (no solo el de Berlín) terminó en el piso.
No fue una victoria personal del "Gipper". Fue la sed de libertad del ser humano abriéndose paso por entre hoces y martillos.
Ronald Reagan nunca obtuvo el respeto que se merecía. Sin embargo consiguió cambiar más que su país, nos entregó a quienes vivimos en el siglo 21 un mundo en el cual los reductos que aún no son libres son minoría, e incluso algunos visionarios de entre esos países han dejado de resistirse a cambiar. Incluso algunos visionarios entre esos líderes de la izquierda mundial han dejado de resistirse a cambiar.
Ejemplos sobran, como el de Chile, con gobiernos socialistas, de China con su comunismo cada vez más volátil, Brasil con su gobierno de los trabajadores y Uruguay con sus ex terroristas en el congreso y senado. Estos, entre muchos otros.

La senda que pretende recorrer ahora el Ecuador es la del cangrejo. Mi país va para atrás y vemos entre aplausos cómo muere la libertad. La gente sucumbe ante la sonrisa falsa, la arrogancia, la soberbia y la intolerancia del candidato de la extrema izquierda chavista. Es por eso que hoy doy mi elegía, adelantada, con ánimo de prevenir, con esperanza de que en realidad sea innecesaria pero con todo el desencanto que es capaz de producir la inocencia de mi gente, de los ecuatorianos que creen que realmente el "subcomandante Rafael" les ofrece una salida.

El Ecuador se cae en pedazos y el subcomandante ha sabido interpretar eso. Su intención, no me cabe duda, es buena. Quiere reformar. Quiere arreglar. Quiere avanzar. No debe haber, aparte de los beneficiarios, ya bien conocidos por todos, quién se oponga a que las instituciones sean independientes. No habrá necio que pretenda mantenerlas como están. Secuestradas, unas pocas por gerentes propietarios que han privatizado la cosa pública, otras tantas por sindicatos y demás organizaciones de inspiración comunistamarxistaleninista, que han privatizado y usufructuado de propiedad mía, suya y de todos los ecuatorianos.

La popularidad de quien quiere romper con un sistema perverso no puede sino subir, a diario y como la espuma. El problema no es la ruptura, que todos queremos, ni la ciudadanización de las instituciones, que tan desesperadamente necesitamos, sino quién pretende llevarlas a cabo y cómo pretende hacerlo.

La inspiración del subcomandante, nadie la conoce. Nadie sabe su ideología aunque adivinemos su intención y sus ganas de cambiar lo que está tan dañado. El motor que le mueve, que desata su arrogancia, que exacerba su soberbia y que le lleva a deslegitimar a todo el que no esté de acuerdo con sus ideas, no está tan claro, pero algún psicólogo habrá que le diagnostique, que descubra sus carencias afectivas, que ahonde en las raíces de su resentimiento social y que exponga lo que le motiva a ver a todos por debajo del hombro, con mesiánica lástima a quienes cree salvar y con olímpica desidia a quienes no comparten la verdad que él ha hecho única.

En algunos países se utiliza una palabra que resume, en pocas sílabas, la actitud pendenciera, soberbia, grosera, irreflexiva, impulsiva, improvisada y un poco tonta de quien se cree ungido, escogido, destinado a gobernarnos. Destinado a cumplir la profecía de Santa Marianita de Jesús, más bien. Esa palabra es "CULICAGADO".
El subcomandante Rafael calza perfectamente con este concepto. Lo demuestra a diario y lo comprendemos pocos, para desgracia de nuestra república. Mi abuelo, con esa sabiduría que caracteriza a los viejos, solía decir que "quien con guaguas se acuesta, cagado amanece". El país parece que quiere "acostarse con este guagua". Yo espero equivocarme, espero que esta elegía sea, en efecto, innecesaria, pero la sabiduría de un viejo en este caso parece aplicar.

Publicado originalmente en Neapolis

El doctor

Dicen que ahora el Doctor "Merengue" quiere ser burrócrata internacional. Buena suerte.
Será por sus grandes méritos como estadista y excelso líder que ha conducido los destinos nacionales hacia el desarrollo y el éxito.
Será por su inmensa labor de velar por la seguridad de los ciudadanos de su país. O por haber impedido que mueran infantes en los hospitales públicos o en las carreteras del país. Tal vez por haber mantenido el fiasco del IESS en el mismo estado en que lo encontró. O en una de esas por el impecable sistema de sindicatos públicos que solo piden plata y lo último que dan es salud. O, ¡seguramente! por las barcazas de Modersa.
¡Qué gran presidente, líder venerado y paladín de la revolución de la salud! Héroe refundador del país. ¿Y ahora quiere irse de burrócrata internacional con nuestro voto? CON EL MIO NUNCA, DOCTOR PALACIO. Eso sería un premio y lo último que se merece quien ha causado daños estructurales a la economía y a la sociedad ecuatoriana que tomarán décadas para reparar, es un premio. Mucho menos uno de tal magnitud.
¿Quién lo postuló? Seguramente no fueron los jubilados. Ni las madres que deben dormir afuera en los hospitales, quienes deben trasladarse kilómetros para encontrar un hospital que les atiende mal, les trata mal y les cura mal o los padres del hospital de Chone.
Tan descabellada idea, tal desfachatez, no tiene sustento alguno. Usted no tiene mi voto, Sr. Presidente. Tiene mi censura.