Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen, pierden el respeto. Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799).
Desde la primera presidencia en el 2007 hasta esta segunda en el 2009 se ha venido observando por parte del gobierno de turno continuas arremetidas contra instituciones guayaquileñas que prestan mejores servicios teniendo gran acogida, yendo desde el registro civil hasta el alma mater del actual mandatario, la Universidad Católica de Guayaquil. Estatizó el diario El Telégrafo (ahora produce pérdidas y ni regalado lo leen) y arremete cuando tiene oportunidad contra el diario El Universo. Propició el odio contra la ciudad por parte de grupos peninsulares respaldado por un decreto “separatista” liderado por un guayasense enfrentando a dos regiones (a pesar de estar en desacuerdo, firmó el decreto, ¿porqué?, ¿por votos?). Se pudo ver en imágenes como se pasaban por testículos y trasero la bandera de Guayaquil… ¿levantó el autoestima de quienes lo hicieron? ¿viven mejor ahora?
Se ha irrespetado a la mujer no solo guayaquileña sino a jóvenes estudiantes y hermanos ecuatorianos que inclusive viven en el extranjero con epítetos como: “vieja pelucona”, “loca pelucona”, “majadera”, “por idiotas como tú”, etc. Nada valiente y varonil hacerlo escudado por el poder, con guardaespaldas y chaleco antibalas. A Jaime Nebot lo he visto llegar al aeropuerto J.J. Olmedo de Guayaquil con su guayabera y unos pocos allegados. El mismo Rodrigo Borja en su libro “Recovecos de la Historia” cuando ocupaba la presidencia comenta: «[…] solía cerrar mis despacho cerca de las doce de la noche […] y con una cierta frecuencia, […] salía a caminar por las viejas calles cercanas al Palacio […] Lo hacía absolutamente solo». Unos periodistas colombianos queriendo comprobar aquello lo interceptan para decirle: ¡En Colombia esto sería impensable! (pág. 304-307, 1era. Edición, 2003).
La inseguridad actualmente ha repuntado, coincidentemente en este gobierno y luego de las interpretaciones de robo y hurto que se dieron en las reformas al Código de Procedimiento Penal y Código Penal, vigentes desde el 24 de marzo de 2009. Para ciertos políticos el actual tema de inseguridad antes era una simple “percepción” para pasar a un “aparente auge delincuencial”. Estas personitas hacen recordar al refrán: Haga trabajar a un político, ¡no lo vote! Las denuncias de negociados en los pativideos, los diputados de alquiler (o de los manteles), el ministro de los diezmos, guerrilleras extranjeras liberadas, el caso Chauvin, denuncias de contratos a dedos con el pretexto de las emergencias, caso tragamonedas Invermun, entre otros, pasan como si nada, no hay detenidos, haciendo recordar otro dicho: ¡No robes. El Gobierno odia la competencia!
En la capital Su Majestad ya obtiene resistencia cuando la mandante Verónica Acosta le pidió al mandatario que trabaje, que ya se acabó la campaña, éste le respondió “vieja pelucona” ; otro en cambio hasta le hizo «un ademán» cuando pasaba su comitiva, pero enseguida al ciudadano mandante lo estuvieron persiguiendo para meterlo preso por ofender a Su Majestad. En Guayaquil al menos un grupo cívico se les acabó la paciencia declarando persona no grata al presidente Rafael Correa Delgado. Resultado: dos dirigentes de aquel grupo detenidos y ¿acusados de qué?, de “separatismo”. No por algo se meciona que en el país tenemos persegidos y ahora presos políticos. Se pretende sembrar el terror como política de estado como siguiendo el librito Il Principe (1513) de Niccolo Machiavelli. Cuando el respeto se lo quiere imponer, en lugar de ganárselo, algo anda mal. ¡Lamentable!
Habría amado la libertad, creo yo, en cualquier época, pero en los tiempos en que vivimos me siento inclinado a adorarla. Alexis de Tocqueville
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